domingo, 20 de noviembre de 2016

Tercera tarea

Érase una vez, hace mucho mucho tiempo, existió un reino perdido entre los alpes Droconienses, una población un tanto extraña... no se trataba de personas, o animales... lo que habitaba en esas tierras no era ni más ni menos que Dragones. Dragones grandes, pequeños, de agua, de fuego, de tierra, eléctricos... y todos ellos cohabitaban en el mismo reino, unos carnívoros, otros herbívoros y aun así no había problemas entre ellos.
Como en todo cuento debe haber un líder, el cual como en todos las historias es fuerte, con liderazgo, poderoso, respetado, guapo, inteligente... pero en éste cuento, como he dicho anteriormente, no es una población al uso de la que estamos hablando, si no diferente. Por lo que nuestro líder lo descubriremos después. Sin embargo, esas características sí las cumple nuestro antagonista, Reghal, el cual era el hijo mayor del anterior líder del reino, su padre falleció en una expedición a nuevos territorios y quedaron huérfanos él y su hermano pequeño Drogo, el cual era todo lo contrario a su hermano, era feucho, débil, enclenque, tímido, vegetariano a pesar de ser una especie carnívora, en fin, la oveja negra de la familia, lo que no quiere decir que no sea importante.
Reghal era ambicioso y egoista, jamás daba un paso sin afianzar el terreno que pisaba, aun que para ello debiese llevarse a quién sea por delante, por lo que tras el fallecimiento de su padre en aquella expedición, él decidió terminar lo que su familia empezó. De cara al pueblo lo hacía por ellos, por encontrar nuevas fuentes de alimentación, de energía, nuevos terrenos dónde entrenar, etc... pero realmente lo quería hacer por encontrar el tesoro perdido, del que tanto habían hablado en su familia. La leyenda cuenta que en un lugar del mundo hay escondido un tesoro, que quién lo descubriera le haría dichoso el resto de su vida, y Reghal necesitaba poseerlo cuanto antes, por el simple hecho de ser mejor que los demás dragones del reino.
Lo que él no sabía es que llevaría al pueblo a la decadencia, pues ese tesoro tenia horribles consecuencias sobre el resto de los habitantes.
Drogo, cómo he dicho anteriormente era la oveja negra, le encantaba estar investigando por su cuenta en solitario, averiguar sobre sus antepasados, etc... Drogo sí sabia las consecuencias que tendría poseer ese tesoro y cuando se enteró de que el fin de su hermano era poseerlo le advirtió:
-Hermano... debemos hablar
-Drogo ahora no puedo, debo salir a explorar, volveré en unos días supongo.
- Reghal, se que vas por el tesoro de las 7 millas, yo se dónde se encuentra, pero si te lo digo después tendría que matarte. Quizá engañes al pueblo, pero no a tu hermano.
- ¿Quién te ha dicho nada? ¿Dónde está dime? Necesitamos ese dichoso tesoro Drogo, nos hará dichosos, padre fué a por él y...
- Y mira que pasó... ¿De verdad te crees que padre calló en aquella zanja? ¿De verdad piensas que se tropezó y no lo vió? ¡Somos dragones por el amor de Zeus! No andamos, ¡Volamos!
- Que insinuas... que... ¿lo mataron?
- El tesoro está maldito, hermano, solo les hace dichoso a quién lo tiene en sus manos, y es efímero,  pero al entorno que le rodea les hace sufrir sus peores miedos, el de padre era morir...
-Entonces... me estás diciendo que padre estuvo con el tesoro... y que si yo lo alcanzo mi entorno sufrirá... ¿no?
-¡Exacto! Así que bueno... puedes olvidarte de él...
- Ni hablar, me da igual lo que pase Drogo, padre fué sabiendo las consecuencias, yo debo ir, debo tenerlo, debo saber lo que es tenerlo entre mis propias pezuñas.
-¡Reghal!
Cuando Drogo quiso pararle ya se habia ido, por lo que a pesar de su miedo a las alturas decidió ir tras él, e intentar evitar que destruyese su propio futuro.
Cuando Reghal llegó a aquellas extrañas tierras descubrió una espécie bipeda que habitaba en aquellos lugares, eran extraños, hablaban gritando y llevaban puesto indumentaria extraña, se hacian llamar humanos, según los libros de Drogo aparecieron hace años también pero desconocían la existencia de los Dragones y por desgracia ya jamás lo conocerían. El tesoro era una piedra preciosa que te concede ser el ser más afortunado y admirado del planeta, pero esa sensación dura tanto como seres que estén a tu lado sufran sus peores miedos, cuando todos pasen por ello, la mágia tanto buena como mala desaparece.
Reghal consiguió llegar a ella cuando Drogo le volvió a avisar, pues le había seguido solo para pararle.
-Reghal, escuchame - dijo sofocado - volvamos a casa, ésto no es seguro.
- ¡Olvídame Drogo! Piérdete y dejame ser feliz.
Reghal cogió la piedra y la mágia comenzó, salieron luces de aquella cueva y llamó la atención a aquellos humanos que andaban por ahí, asombrados por la belleza de aquel dragón, que estaba bajo el embrujo de la piedra, a penas notaron los efectos negativos del hechizo, pero Drogo, que si era muy listo, pensó que la única forma de evitar la destrucción de su especie era temer volver atrás, volver a antes de que su padre falleciese, pues si temía eso, la piedra haria retroceder el tiempo. Sabía que si los humanos les descubrían podrian acabar con su especie así que se centró en sus temores y la piedra hizo su trabajo.
Cuando abrieron los ojos, Drogo vió que había funcionado, su familia estaba al completo y consiguió hablar con su padre para explicarle lo que sucedería si iba allí, le propuso esconderse en un lugar más seguro frente a los humanos y desde ese momento se dice que los dragones sí existen... pero se encuentran en el nucleo de la Tierra y solo saldrán cuando alguien destruya la piedra preciosa.

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